El Pan de la Serpiente, resumen
Dos veces, tanto a principio como, por
última vez, a finales del siglo XIX, la Argentina recibió una gran ola
inmigratoria proveniente del mediterráneo europeo. Principalmente España.
Eran gentes de bajos recursos
económicos que buscaban emprender un nuevo comienzo en una tierra lejana,
alejados de las miserias y enfermedades que asolaban a Europa.
Venían transportados en barcos hacia el
Puerto de Buenos Aires, sitio donde se concentraban la mayor parte de
navíos provenientes de Europa con
inmigrantes. Que así mismo era una gran zona comercial y popular para la gente
de Buenos Aires, aunque quizás no tan atractiva para los criollos de clase alta.
Como la mayoría de los inmigrantes no
eran gente de estudios, los empleos más comunes y ofrecidos en la época eran
trabajos en el campo para los hombres, y para las mujeres, en casas de familia
de gente adinerada como sirvientas y/o mucamas. Éstas últimas a menudo
trabajaban a la par de mujeres indias (“chinas” vulgarmente dicho) que habían
sido sustraídas de sus familias durante la Campaña del Desierto.
“Llegan los indios prisioneros con sus
familias a los cuales los
trajeron caminando en su mayor parte o en carros, la desesperación, el llanto
no cesa, se les quita a las madres
sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los
alaridos y las súplicas que con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias.
En aquel marco humano los hombres indios se tapan la cara, otros miran
resignadamente al suelo, la madre
aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza
por delante para defender a su familia de los avances de la civilización.”
-La Nación, 21 de enero de 1879.
III. Felisa es una adolescente española
de 17 años de edad, que junto con su novio Joaquín, migró a la argentina una
mañana de noviembre a finales del siglo XIX.
Trabaja junto a Juana, una india sustraída
de su familia original, en la casa de doña Mercedes como sirvienta y mucama.
Su novio atiende un almacén, empleado
de su padrino, con la intención de algún día juntar el dinero suficiente para
comprarse un hogar.
A Felisa la atormentan los recuerdos de
su madrastra española en sus sueños, siendo víctima de ellos repetidas veces.
Hasta el punto de temer a volver a dormirse. Pero siempre tiene a su amiga
Juana, que la despierta cuando se percata de que está pasando un mal momento.
“-No, no, no! ¡No me golpee…! –gritó,
al fin, tapándose la cara con los brazos, mientras se incorporaba de un salto
en la cama.
-¡Eh, gallega! ¿Qué te pasa? -le llegó
la voz de Juana como una bendición desde la cama de al lado.”
En la obra se transcurre la amistad
entre Felisa y Juana. A base de una conversación, Juana le cuenta a Felisa una
extraña anécdota en relación a la casa de la serpiente.
Esto genera cierta incertidumbre o
curiosidad en Felisa, a lo que Juana le relata la historia de una supuesta
desaparición de una sirvienta india, que prestaba trabajo en la casa de Don
Esteban y Doña Catalina.
Que al final resulto no ser una fuga
por parte de la mucama, tal lo había contado Doña Catalina al señor del
almacén, Costa, sino que la habían vendido para el tráfico de personas en la
frontera.
Aunque esto último no se diga cómo
trata de blancas en un principio, da a entender que “la chinita” no se fugó con
su prometido, sino que algo malo le había sucedido en manos de Don Esteban y
Doña Catalina.
“-Ay,
Don Costa, no sabe lo que pasó, la chinita se escapó- Entonces el hombre se
enojó y gritó bien fuerte -¡China desagradecida. Son todas iguales, uno les da
de comer y mire cómo le pagan!-”
Tiempo después de esta conversación,
llega la noticia de que vendrán huéspedes a la casa, Miguel “el señorito”, es
uno de ellos.
A lo que en una noche se organizan
quehaceres para las sirvientas.
Felisa estaba interesada en conocer al
señorito, a lo que la sirvienta Rosario le niega, argumentándole que no era su
sitio el comedor, sino lavar las ollas. Con lo cual terminan enviando a Juana,
ocurriendo luego una desagradable situación para ella.
“En el comedor, Juana levantaba de la
mesa los platos en que se había servido la sopa cuando, al pasar junto a
miguel, sintió –breve, pero intensamente—la presión de sus dedos sobre una
pierna.”
Esto le trajo el inmediato recuerdo de
su vivencia en la casa de la serpiente, siendo testigo de una situación
similar.
Otro episodio parecido sucede en la
misma noche a Juana estando con Felisa, cuando Miguel le pide a Juana que le
lleve una Jarra de agua a su habitación. A lo que ella le recomienda a su amiga
que se vaya a dormir, que no la espere.
Felisa asiente las órdenes y se duerme
enseguida, también siendo víctima, pero de sus propios recuerdos, en un
profundo sueño que desemboca al día siguiente, al despertar junto a Juana.
En ese mismo día se produce una
conversación entre Rosario y Felisa, ésta ultima preguntándole cuando se van a
ir los invitados, diciéndole Rosario que durante la semana en curso.
Pasa el tiempo hasta llegar la noche,
cuando ya no hay nadie en el salón, Felisa se esconde en el comedor y escucha
la conversación que se lleva a cabo en la cena entre Don Esteban, Doña Catalina
y los otros invitados, incluyendo Miguel.
Durante la conversación hablaron sobre
la descompostura que le agarró a Doña Catalina una vez que estaban visitando el
puerto de Buenos Aires.
Según Don Esteban, un hecho vergonzoso,
ya que su esposa casi se desmaya por la presencia de inmigrantes en demasía.
Tildándolos de brutos e incultos.
“Esos extranjeros, ¡Virgen Santa! Son
mendigos, ignorantes, sucios. Atestaban el puerto como las moscan en el
matadero, ávidos de nuestra sangre ¡Dios mío! No sé cómo no me he desmayado ahí
mismo.”
A lo que luego Miguel se suma a la conversación,
diciendo su opinión sobre los inmigrantes y la falta de regulaciones para su
ingreso.
Felisa al escuchar esto se siente muy
afligida y vuelve a la cocina. “Quería contar lo que había escuchado en el
salón, quería gritarlo, escupir esas palabras que la habían herido, pero no
podía.”
Pero justo en ese instante, Rosario la
encomienda hacia el almacén, donde trabajaba su novio Joaquín, al único quien
podía contarle.
El al escucharla la consuela diciéndole
que no se preocupe, que no vale la pena escuchar el valor de esas hirientes
palabras provenientes de esa clase de gente.
“No hagas caso, Felisa. Ya sabes cómo
es esa gente.”
Al día siguiente, siguieron los
preparativos, ya que era el último día de Miguel como invitado en la casa.
Esa misma noche, otro incidente
desagradable le estuvo a punto de ocurrir a Juana, cuando a la voz de Miguel,
le demanda que le lleve a su habitación una jarra con agua. Pero su amiga
Felisa la convence de que no, que no valía la pena hacerle caso al señorito,
total ya era su última noche en la casa ¿Qué podría pasar?
Acto seguido se van a dormir y tienen
una conversación acerca de los objetos que guardan de sus madres y abuelas,
aferrándose a ellos como último recuerdo.
“-¿Qué es eso que tienes ahí?
-¿Una vincha? ¿Y para qué sirve?
-Para sujetar el pelo. Mi madre la
usaba.
-Yo tengo la manta que me tejió mi
abuela. Jamás me separo de ella.
-Y yo tampoco de la vincha.”
Durante la noche, Felisa es víctima de
otra pesadilla, recordándole su oscuro pasado en España.
Ella había sido vendida por su
madrastra a un viejo vecino, don Gaspar, a la joven edad de 12 años.
Esta calamidad fue seguida de su huida,
que culminó en la caída de una mula, llevándola a la rastra, provocándole la
fractura de su pierna.
Finalmente, fue rescatada por su propia
voz, recordándole que ese evento ya había quedado en el pasado, que ahora
estaba en un sueño placentero, luminoso, vivo, que empieza, como siempre, con
los protagonistas –ella y Joaquín- tomados de la mano y descendiendo del barco.
A la mañana siguiente, había mucho
alboroto porque la preparación para la partida de los invitados estaba siendo
llevada a cabo por las sirvientas.
Pero en esa misma mañana, ocurrió algo
digno de ser mencionado:
Se oyó la voz de doña Mercedes
proveniente del comedor “-¡Juana! Acércate, querés.
-Después del almuerzo te vas con la
señora Catalina a la Casa de la Serpiente y la ayudáis en todo lo que necesita.
¿Entendiste, m’hija?”
Siendo esto presagio de que algo malo
sucedería con ella.
Miguel pasó por su costado y la amenazó
con un tono racista a Juana, siendo esto perfectamente escuchado por Felisa,
que a continuación le pregunta que había sido eso, intentando ayudar de alguna
forma, pero ante la negativa de Juana, deja de insistir.
Esa misma noche Juana partía junto Doña
Catalina hacia la Casa de la Serpiente, dejando sola a Felisa en la casa de
Doña Mercedes. Le prometió volver a la mañana del día siguiente, pero no fue
así.
En esa “mañana siguiente”, Felisa se
preguntaba si Juana seguiría enojada con ella, o por qué se había enojado. Pero
al no encontrarla, se topó con Pilar, que la encomienda dirigirse hacia uno de
sus lugares predilectos, el almacén del novio.
Tras investigar y escuchar, Juana, se
entera de que vino Doña Catalina a hablar con Doña Mercedes de urgencia.
Ésta le comenta a Mercedes que Juana se
había escapado recientemente junto a un tipo que estaciono la carreta frente a
su casa, a lo que ella accedió a subirse.
“¡Ay, doña Mercedes…! No sabe lo que
pasó…
-Catalina, me asusta. ¿Qué sucedió?,
por Dios…
-Juana… ¡Se escapó! Si no lo puedo
creer...”
Llamado a Juana con varios despectivos
de tono racial, Doña Mercedes no puede creer, pero acepta finalmente, la
historia contada por Doña Catalina.
Ante todo esto escuchado por Felisa,
que no cree ni una sola palabra en lo que Doña Catalina comentó. Salió
corriendo hacia la habitación que compartía con Juana, a comprobar si su vincha
aún seguía allí, ya que ella nunca la abandonaría.
Decide empezar a buscar ayuda para
saber qué es lo que realmente sucedió con Juana en la Casa de la Serpiente.
Recurre a su novio, Joaquín. Y sin que
él pueda siquiera bajarse de la escalera cuando trabajaba, Felisa le cuenta
todo lo sucedido.
Busca apoyo en lo que ella cree, que es
muy probable que aún esté en la Casa de la Serpiente.
Le convence finalmente contándole que
la misma historia sucedió con la otra mucama que Doña Catalina había pedido
prestada a Don Costa.
Al volver a la casa, se topa con una
sirvienta que le pregunta el por qué de su demora. A lo que Felisa le inventa
que su novio Joaquín ha tenido un accidente y tuvo que ser llevado de urgencias
al hospital, porque perdió mucha sangre.
Luego, con esta excusa y con la avara
aprobación de Rosario, retorna al almacén donde trabaja Joaquín a pedirle que
la lleve a rescatar a su amiga Juana.
Él le dice que sí, pero que llevara
unas horas porque debe pedirle prestada la carreta a su amigo Enrique “el
vasco” para ir hasta el barrio de Recoleta, donde estaba La casa de la
Serpiente.
El padrino de Joaquín también le presta
apoyo moral a ellos, cuando le cuenta el verdadero motivo de su partida hacia
esa casa junto a Felisa.
“Felisa, que ya conoces a mi padrino.
“Anda”, me dijo, “trae a esa pobre niña de regreso, que vaya a saber qué
quieren hacer con ella”
Y así emprendieron su viaje hasta la
casa donde supuestamente Juana tenía que estar.
El trayecto fue un tanto complicado,
porque Juana no sabía la dirección exacta de la casa, sumado a que al ser de
noche y que además era un barrio de quintas con arbolados, era difícil
ubicarla.
Al paso de la calle se toparon con una
anciana, a la quien preguntaron si sabia la ubicación de dicha casa, La Casa de
la Serpiente.
La respuesta de la anciana fue con un
poema, que asustó a Felisa, ya que lo dijo según ella, con un tono tenebroso.
Joaquín le dijo que solo era una persona senil.
Al fin y al cabo no habían conseguido
nada de la señora, más que un extraño poema sobre “El pan de la Serpiente”.
Pero luego se encontraron con un cochero que les supo decir la dirección
correcta junto a un referente, un pórtico de piedra con una serpiente tallada
en la parte superior.
“-No se pueden confundir- dijo-. Es la
única casa que tiene una víbora en la puerta.”
Luego de cierto recorrido, Felisa pudo
divisar una casa que era acorde a las indicaciones del cochero. “-¡Ahí!”-
señaló, extendiendo el brazo.
Tras una conversación sobre si debían o
no tocar el timbre, preguntar por Juana o si simplemente no decir nada y hacer
un plan, se encendió una luz dentro de la casa que indicaba que alguien se
disponía a salir de la casa.
A las órdenes de Felisa, Joaquín se
dispuso a dar una rauda cabalgata a la carreta y dar una vuelta a la manzana,
ya que su novia se iba a bajar para espiar dicha situación.
Era la señora Catalina, hablando con un
hombre dentro de otra carreta.
Pudo escuchar que hablaban sobre el
destino de Juana, aunque sin mencionar directamente su nombre, pudo intuirlo
con facilidad. Querían llevársela a la frontera y estaban acordando el horario
y el precio de la operación ahí mismo, frente a las narices de Felisa.
Ella, aterrorizada ante las frases que
doña Catalina había pronunciado, repetía una y otra vez para sí misma.
“Mi marido está por llegar…”
“Sabe muy bien lo que debe hacer…”
Hasta que finalmente se armó de coraje
y dispuso entrar a la casa.
Joaquín volvió al mismo punto desde
donde había partido. Pero maldijo debido a la impulsividad y carácter testarudo
de Juana, que no estaba allí cuando debía estar. “Temió lo peor por primera vez
desde que salieron a buscar a Juana”.
Felisa, adentro de la casa, divisó la
ventana redonda de una habitación que recordaba haber sido mencionada por
Juana. Rápidamente pensó que era muy posible que pudiese estar ahí mismo.
El miedo y la ansiedad se apoderaron de
ella al estar picaporte en mano. En su mente deambulaban pensamientos tales
como que quizás después de todo que si Juana no estaba allí, ¿Dónde estaría
sino? Y entonces el coraje termino venciendo sobre el miedo y se decidió a
abrir la puerta de una vez por todas.
Y ahí estaba Juana, “llorando,
quejándose con hipos y ahogos”.
Felisa se dispuso a ayudar a su amiga,
que estaba maniatada, con una tijera para cortar las cuerdas.
Y entonces una cara de alerta, dejando
atrás los llantos y quejidos, se había apoderado de Juana. Era doña Catalina
que yacía detrás de Felisa. Y con una voz que le recordó a su madrastra, oyó
“-Si no soltás esa tijera, desgraciada, te voy a moler a palos…”
Tras una muy breve pausa, volvió a
amenazarla:
“-Te dije que soltaras la tijera,
gallega bruta, ¿querés que te golpee?
A lo que Felisa se abalanzó sobre doña
Catalina, produciéndose una pelea entre ellas.
Cuando Catalina parecía vencer sobre ella,
Juana se le tiró encima para atacarla también. A lo que luego, tanto Felisa
como Juana, la empujaron por la escalera provocando su muerte.
Luego de comprobar que ya yacía muerta
y no había nada con que remediar el hecho. Huyeron hasta la salida y se
encontraron con una persona que les impedía el paso, era el cochero. Mientras
que alguien más las atrapó por detrás y las arrojó al suelo.
Y entonces apareció Joaquin, venciendo
a los delincuentes que intentaban apresar a las sirvientas, como una bendición
en el momento justo.
Salieron corriendo hasta el carro para
irse de allí lo más rápido posible.
Dentro de la carreta y con la situación
ya mas calmada, Juana empezó a comentar lo que querían hacerle. “-Iban a
venderme…Me lo dijo ella…Me iban a mandar a la frontera a…
-Lo sé, Juana, lo sé. Yo misma la he
oído hablar bajo el arco de la serpiente con ese hombre, el que dijo que
volvería a buscarte más tarde, cuando el señor estuviera en la casa.”
Al volver a la casa, ya todo más
tranquilo, tuvo que dar explicaciones a Rosario de lo sucedido en el hospital y
como andaba su novio. Y de nuevo, tras
una hábil excusa logro quitarse de encima a la otra sirvienta.
Semanas después, llegaron visitas a la
casa. Y como solía hacer, Juana se las ingenió para espiar la conversación.
Para su sorpresa las señoras hablaban
de la muerte de Catalina, pensando que había sido un accidente.
“-La muerte de esa desdichada me ha
llegado al alma, doña Mercedes-
Comentaba una invitada.
Luego habló Don Esteban, que dijo que
había sido un accidente al Catalina intentar agarrar una tijera, vaya a saber
para qué, cayéndose por las escaleras.
Aunque en el fondo él sabía que eso no
era cierto, lo convenía enormemente para ocultar lo que realmente había
sucedido. Ya que si el contaba que había pasado, el caería preso, ya que era un
delito mayor el tráfico de personas y la trata de blancas.
Juana nunca pudo volver a la casa donde
solía trabajar, ya que tampoco se podía contar la verdad acerca sobre que se
había supuestamente fugado con su novio.
Pero encontró un trabajo, gracias a
Joaquin y Felisa, en el campo. Donde realmente la estaba empezando a pasar
realmente bien. Ya que era muy distinto al clima de trabajo de la ciudad, donde
era maltratada por sus jefes y explotada, como también descalificada por su
procedencia.
En el nuevo lugar, no había ese trato,
sino que los dueños de la estancia la hacían sentir como una más de la familia,
y no como una empleada sujeta exclusivamente al trabajo. Ya que ellos también
trabajaban en la misma y no existía un orden de jerarquía laboral.
tan largo viejaaaa
ResponderEliminarmuy buen resumen
ResponderEliminarque paso con felisa al final? :c
ResponderEliminarse quedo con esa genta?
Si, pero supuestamente no le hicieron nada
EliminarSi, pero supuestamente no le hicieron nada
Eliminarno entendí el final, dice que Juana escucho la conversación pero luego dice que no puede volver a la casa donde trabajaba
ResponderEliminarQ personajes son originarios???
ResponderEliminarEsto no es ni un resumen ni un analisis es la novela completa. Si tuviera que calificarlo del 1 al 10 le pondria un 1 sin pensarlo ya que no cumplis con ninguna de tus 2 propuestas dichas al principio de esta pagina(abajo de una imagen que vayan a saber que es).
ResponderEliminarA ver pelotudo, si cuera el libro dntero esto seria mucho más largo ya q tiene mas de 100 pags, pelotudo
EliminarSos un/a crack! Tenia fiaca de hacer el resumen que me pidieron en la escuela, y busque por Internet... El tuyo es el mejor que encontré! (y el mas completo)........ Me salvaste... Gracias crack
ResponderEliminarMuy lindo resumen
ResponderEliminarSos un crack! Tenia fiaca de hacer el resumen que me pidieron en la escuela, y busque por Internet... El tuyo es el mejor que encontré! (y el mas completo)........ Me salvaste... Gracias crack
ResponderEliminarQue lindo mañana rindo y no lo había leído y este resumen me encantó esta bastante completo, gracias. Si apruebo nose pero vamos a mandarle fruta.
ResponderEliminarAprobaste? yo estoy en las mismas ahora
EliminarAmigo igual, mañana rindo foerte este libro de mierda
EliminarEstamos todos en la misma alta paja
Eliminarde este resumen depende que pase a sexto y no haya comprado las tarjetas para la cena y el viaje de egresados al p2
EliminarMuy lindo resumen me encanto.
ResponderEliminaryo quiesiera saber quienes son doña catalina,migel y gaspas
La verdad muy completo agradecido, por más gente como vos muy flama
ResponderEliminarPorque se titula así?
ResponderEliminarNecesito Saber
ResponderEliminarLo que le hace Miguel A Felisa para que ella sintiera una Gran Vergüenza?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuen resúmen! Un detalle que afecta la comprensión es que confundes los nombres de las protagonistas
ResponderEliminarMe agarre el pito con el ventilador
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